Sin ti.

La casa está vacía.
Vacía y carcomida por los recuerdos,
habitantes extraños, fantasmas de 
una vieja historia que parece 
no tener un final.
Tu imagen polvorienta plasmada
en aquel lienzo que tantas veces 
me empeñé en restaurar.
Y la mesa...
Lazo resquebrajado,
punto de encuentro,
reflejo de nuestro "quehacer" cotidiano
como marionetas que han aprendido
un diálogo sin palabras.
La casa está vacía.
Vacía mientras la apolillan mis pensamientos
y los sueños cubiertos por las telarañas.
Y el dormitorio...
inundado por los reproches 
que han apagado la pasión entre las sábanas.
En un rincón descansa el desconsuelo
cubierto por un grueso manto de orgullo
que se extiende como una enredadera
y escapa a borbotones a través de las paredes.
La casa está vacía....
¡Y por más que lo intento
no consigo llenarla!
Sé que, aunque el fuego la prenda,
nunca podrá ser quemada.
¡Nunca arderán los recuerdos
ni la amargura callada!
Ángela María Ramos Nieto.

Publicado por primera vez en la revista Hojarasca con motivo del certamen poético que organizó en Alcalá de Guadaíra (Sevilla) el I.E.S. Albero en el año 1996. Este poema obtuvo el Primer Premio y se publicó posteriormente junto con otros en el poemario Amanece (Nuevos autores de la Poesía española / Volumen 3)

A mi abuelo. En el aniversario de su muerte

A mi abuelo. En el aniversario de su muerte.

*Viernes 11 de marzo de 2016.

Aquí os dejo este poema que escribí cuando tenía diecinueve años. Lo hice justo antes de que mi abuelo pasara tres largos años postrado en una cama, en mi casa, como consecuencia de una enfermedad que empeoró por una negligencia médica y un virus de hospital. Forma parte de mi poemario ‘Amanece’, publicado en Nuevos autores de la poesía española. Hoy es el aniversario de la muerte de mi abuelo y quiero compartir estos versos con vosotros.

SUEÑO.

La tarde está cayendo.

Camino entre sendas dibujadas

con la frescura del parque

que salpica mis manos

de ternura infantil.

Vuelvo la vista atrás y sueño:

Tu sonrisa me envuelve

y tus manos me agarran.

Quiero sostenerme entre tus brazos

y sentir el alivio plácido

del sol que ya no quema

y el graznido de los patos en el río.

Caminas conmigo, me llevas contigo.

Tus pasos son lentos, tu rostro sereno.

Se pasa la página, se acaba mi cuento.

_¿Dónde vamos mañana

abuelo mío del alma?

_A contar las estrellas

Que iluminan el alba.

Andaremos juntos por la senda

mágica que trazan los pájaros

cuando abren sus alas.

_Yo te leo un cuento,

dime: ¿cuál te gusta?

_El de tu mirada tranquila y profunda.

Se pasa otra página, se cierra mi cuento.

_¿Cogerás mi mano para ir a colegio?

_La cogeré siempre.

_¿Y si estás muy lejos? ¿Y si no me hablas?

¿Y si no hay más cuentos?

_Volverás al parque y en tus pensamientos

y en el alma niña que llevamos dentro

soñarás conmigo:

Tú serás princesa y yo seré tu abuelo.

Aprendí a leer cuando tenía tres años. Pasé mi infancia leyéndole cuentos a mi abuelo. Él me los contaba a mí y yo se los leía. Gracias a él hoy soy profesora de Lengua. No tengo palabras para agradecerle todo lo que hizo por mí.